Teenage Angst ... Y de cómo el TRES casi fue SEIS...
Para el espectador pasajero, no constituye motivo de cavilaciones imperiosas. -Qué más da un tres o un cuatro...- Sin embargo, la angustia apremiante que el adolescente experimenta por sus calificaciones académicas puede llegar a ser sobrecogedora.
Unos son motivo de burlas y menosprecio, tanto por los pares como por los "impares". La crítica puede se despiadada. Sobreviene el temblor, el sudor, el pánico... la desesperación. Mil y un intentos fallidos, fórmulas desgastadas que se estrellan una y otra vez contra un muro infranqueable e imbatible... El estrés acecha.
-¡Ese TRES maldito!- Quién tuviera la potestad de transformarlo, de amoldarlo a voluntad.
Su metamorfosis se vuelve un asunto cuasi "kafkiano", imperioso y delirante... El arrebato de locura se aproxima a pasos agigantados.
-¡Un bolígrafo!- La mano parece palpitar y el corazón se percibe inerte. El alma se resquebraja y la inocencia se adivina perdida.
El trazo parece seguro. La mutación ha sido completada...
El SEIS surge de aquel torbellino de emociones encontradas y curvas disimuladas. ¡El SEIS!... aquel objeto de deseo inalcanzable, se yergue altivo, triunfante sobre el endemoniado TRES.
-¡Sí, sí, sí..!- Pero esta vez su brillo se apaga rápidamente. No es como en otras ocasiones, y él lo sabe, ya que está al tanto de que es hijo de una "maculada concepción".
El TRES, cual fénix mitológico, renace y retoma su sitio usurpado por un seis apócrifo. Renace y retoma su lugar sólo para ver cumplida su detestable e incomprendida misión: la de desvelar, de evidenciar y enrostrarnos nuestra humana tendencia al error.